"Arqueologia da Amazônia Ocidental – os Geoglifos do Acre" será lançado em Madri pelo Instituto Iberoamericano
O artigo "Os geoglifos revolucionam a história da floresta", publicado pelo Instituto Iberoamericano da Finlândia, marca o lançamento do livro "Arqueologia da Amazônia Ocidental – os Geoglifos do Acre" na Europa. O livro é uma série de artigos sobre os estudos de vários pesquisadores, especialmente Alceu Ranzi, da Ufac; Denise Schaan, do Museu Emílio Goeldi; e Martti Pärssinen, da Universidade de Helsinque, junto aos sítios arqueológicos do Acre.
O livro, impresso com apoio do Governo do Acre, será lançado em Madri, às 19 horas do dia 29 de outubro, na sede do Instituto Iberoamericano. O Governo do Estado é um dos mais importantes parceiros nos atuais estudos desenvolvidos para desvendar o mistério dos geoglifos, grandes estruturas de terra construídas possivelmente para produção de alimentos, rituais religiosos ou defesa. Esses sítios arqueológicos derrubam as teses até conhecidas sobre o povoamento da Amazônia, que só poderia ter se dado a partir da várzea. À medida que avançam os estudos, tornam-se mais evidentes que grandes povoamentos foram formados também em terras altas.
Leia o artigo original na íntegra:
Descubrimientos del Instituto Iberoamericano y la Academia de Finlandia en la Amazonía Occidental:
Los geoglifos revolucionan la historia de La Selva
Hasta ahora, los investigadores habían tenido la convicción de que en la época precolombina, la Amazonía occidental presentaba muy pocas señales de población y civilización. El director del Instituto Iberoamericano de Finlandia, Martti Pärssinen, y las investigadoras de la Universidad de Helsinki, Pirjo Kristiina Virtanen y Sanna Saunaluoma, han estudiado el tema durante varios años en colaboración con los investigadores brasileños Denise Schaan y Alceu Ranzi. Los últimos estudios ponen en evidencia que, durante siglos, la Amazonía occidental fue el hogar de varios pueblos estructurados y de gran tamaño.
Los investigadores han descubierto distintas figuras, llamadas geoglifos, en el suelo de la Amazonía Occidental. Estas figuras – ovaladas, rectangulares, circulares o en forma de"U" – tienen un diámetro de 90 a 350 metros. En su contorno, existen murallas y fosos, cuya profundidad oscila entre uno y siete metros.
Todavía no se ha podido averiguar con certeza cuál era el significado de los geoglifos."Es probable que los fosos hayan sido utilizados como reservas de agua para productos básicos, como pescado, tortugas y almejas. Las murallas podrían haber desempeñado un papel defensivo, también", destaca el profesor y director del proyecto Martti Pärssinen. "En todo caso, es raro que los fosos fueran emplazados en la parte interior de las murallas. Se supone que si los muros hubieran tenido una función netamente defensiva, los fosos deberían haber sido construidos en su parte exterior, deteniendo la llegada del enemigo hasta la muralla".
De acuerdo con las estimaciones del equipo de investigación de Pärssinen, los geoglifos cubrirían un área de unos 1000 kilómetros, desde los estados de Acre y Rondonia en Brazil hasta la región meridional de Pando y Beni en Bolivia.
"Los geoglifos que hemos descubierto hasta ahora, más de 150, representarían menos de un diez por ciento de la cantidad total", afirma Denise Schaan sobre los hallazgos de su equipo.
Algunas de las figuras recientemente descubiertas en la selva de Beni en Bolivia tienen una extensión de hasta un kilómetro y una profundidad de diez metros. Según el geólogo y paleontólogo, el Doctor Alceu Ranzi estas enormes figuras se parecen a las famosas líneas de Nazca en la costa del Perú, cuya forma se aprecia con mayor facilidad desde el aire.
"Los geoglifos de la Amazonía son tan importantes como los de Nazca. Pero a pesar de haber sido descubiertos hace más de veinte años, nadie ha sabido nunca nada de ellos", aclara Ranzi, el investigador brasileño que forma parte del equipo de Pärssinen y Schaan.
Ranzi estuvo presente en 1977 cuando los primeros geoglifos fueron revelados de debajo de la densa selva en el estado de Acre en el Brasil occidental. En esa época se produjo la tala de una parte de la selva amazónica cuyo terreno sería usado para el ganado. El público internacional dirigió toda su atención hacia la devastación de la sensible y singular vegetación existente, haciendo caso omiso a los hallazgos arqueológicos. El Programa Nacional de Estudios Arqueológicos de la Amazonía no publicó su hallazgo hasta 11 años después. Ranzi asimismo no retomó su estudio hasta 1999, año en el que durante un vuelo a Rio Branco volvió a avistar los geoglifos desde el aire.
Una vez comenzados los estudios, dieron buenos resultados. "En un año descubrimos docenas de geoglifos", Ranzi relató a la revista Science, que dedicó un artículo a este hallazgo en agosto de 2008.
La cuna del cultivo moderno
La colaboración brasileño-finlandesa comenzó en el año 2002, cuando la Universidad de Acre invitó al profesor Martti Pärssinen a examinar los geoglifos hallados por el equipo de Ranzi. En aquel entonces, Pärssinen se encontraba en la parte oriental de Bolivia, buscando huellas de la presencia de los incas en la selva.
En su tesis doctoral, publicada en 1992, Pärssinen demostró que los incas habían llegado a áreas hacia el Este mucho más alejadas de lo que los investigadores habían pensado anteriormente. En 1997, Pärssinen y el ya desaparecido Doctor Ari Siiriäinen, profesor de arqueología de la Universidad de Helsinki, descubrieron una fortaleza incaica conocida por el nombre de Las Piedras, próxima al pueblo de Riberalta, en el extremo norte de la región de Bení y bastante cerca de los hallazgos de Ranzi.
Los nuevos hallazgos sobre los geoglifos prueban que la zona de Acre fue un punto de encuentro cosmopolita entre la Amazonía oriental y las Cordilleras de los Andes. "Fue un gran centro cultural", afirma la investigadora Susanna Hecht de la Universidad de Los Ángeles en California (UCLA), y agrega:"Parece increíble que justo ahora esté saliendo a la luz"
No obstante, las relaciones entre las regiones andinas y amazónicas habían sido descubiertas con anterioridad. Ya en la década de los 60, el famoso investigador John W. Murra señaló que los pueblos andinos – para asegurar su subsistencia, y para variar su monótona dieta – solían establecer enclaves en distintas partes de su habitát. En la selva cultivaban hojas de coca, la planta medicinal esencial dentro de los ritos de los andinos. Además, la Amazonía los proveía de varios productos, como ajís picantes, madera etcétera.
"La Amazonía occidental fue la cuna de los grandes cultivos de hoy en día", constata Charles R. Clement, botánico del Instituto Nacional de Investigación de la Amazonía en Brasil. Todos los indicios apuntan a que muchos de los cultivos más importantes en el mundo, como los cacahuetes y ajís picantes, el tabaco, cacao y casabe parecen haber tenido su origen precisamente en la Amazonía occidental.
Según los datos radiocarbónicos obtenidos por la Universidad de Helsinki, los geoglifos de Acre fueron construidos alrededor del año 1250d.C. Sin embargo, los investigadores han encontrado restos mucho más antiguos en la zona, como campos elevados, canales de riego y balsas redondas, que pueden tener más de 4000 años de antigüedad.
Los geoglifos hallados por el equipo de Pärssinen, presentan pequeñas diferencias "Los grupos étnicos probablemente desarrollaron distintos sistemas de cultivo y riego en cada territorio, aunque existiera también una cooperación entre los mismos". Lo más probable es que esta colaboración generara una extensa red social que abarcaba cientos de kilómetros en todas las direcciones y que se mantuvo activa durante siglos", afirma Patricia Álvarez, investigadora de la Universidad de San Simón en Cochabamba.
"De acuerdo con nuestra hipótesis, la Amazonía occidental fue una zona densamente poblada hasta el siglo XIV en la cual predominó una organización social heterárquica", resume Martti Pärssinen y añade:"Nuestros resultados son completamente contradictorios con los argumentos presentados por Betty Meggers y otros investigadores que han escrito sobre la historia y ecología de la Amazonía."
La obra, Amazonía. Man and culture in a Counterfeit Paradise, de la arqueóloga Betty Meggers es uno de los libros más importantes escritos sobre esta temática. Según Meggers, los moradores de la Amazonía occidental no habían subsistido mediante una agricultura tradicional, y la ecología de la zona tampoco habría soportado el desarrollo de pueblos de más de mil habitantes.
Naturaleza cambiante
"Asimismo, nuestra investigación refuta la idea de que los pueblos amazónicos hubieran sido víctimas pasivas de las condiciones naturales. Los hallazgos de los geoglifos muestran que eran capaces de trabajar su hábitat y adaptarse a sus cambios", Pärssinen enfatiza.
En todo caso, la construcción de geoglifos en una selva tan densa es difícil, por ello los estudiosos consideran la posibilidad de que la selva que actualmente cubre el área fuera, no hace tanto tiempo, mucho menos espesa que hoy día.
"Los estudiosos no suelen tomar en cuenta las condiciones climáticas de la época", señala Martti Pärssinen.
En efecto, las vidas de los pueblos altiplánicos dependían de la irregularidad de las estaciones secas y lluviosas. Asimismo, la abundancia variable de agua en la selva tropical hizo que los pueblos amazónicos tomaran medidas al respecto. En la zona de Beni, en Bolivia, evitaban la inundación de sus viviendas mediante la construcción de montecillos para sus hogares. Los pobladores de este tipo de archipiélago interior basaban sus dietas en pescado, naturalmente. Cuando bajaban las aguas, aseguraban que fluyeran a las represas.
Una de las construcciones de tipo geoglifo hallada en la Bolivia central había sido unida al río mediante un canal; al otro lado, se descubrió un pantanal. John Walker, antropólogo de la Universidad de Orlando y descubridor del geoglifo estima que el propósito del método era prevenir que se agotara el agua de la sabana durante las estaciones secas. "Es decir, parece que al menos una parte de estos sistemas tuvieron un motivo hidráulico."
"Los campos elevados han estado en uso y en desuso entre los años 3000a.C. y 500d.C. Han sido productivos de manera escalonada, lo cual refleja un sistema dinámico y de larga duración", afirma Clark Erickson, investigador de la Universidad de Pennsylvania.
Según la hipótesis del equipo de Pärssinen, la productividad de la agricultura varzea de la Amazonía descendió en el siglo XIV. Como consecuencia de esto, pueblos enteros abandonaron sus campos de cultivo, emigrando hacia otros lugares. Los emigrantes más representativos fueron los miembros de los pueblos Guaranis y Panoan. La aparición de fortalezas con influencias incaicas en las cercanías de la Amazonía reflejaría entonces los intentos de los incas de proteger su imperio de los intrusos que intentaban penetrar en su territorio.
Cultura desaparecida
Las generaciones posteriores no transmitieron su conocimiento sobre los pueblos amazónicos después que las enfermedades del Viejo Mundo se difundieran en los trópicos de las Américas. Las enfermedades causaron profundas secuelas, ya que el sistema inmunológico de los indígenas no conseguía combatirlas.
Los pueblos que habitaban las regiones más altas sufrieron menos pérdidas que los pueblos de las regiones tropicales. En las islas del Caribe, cientos de miles de indígenas tainos desaparecieron durante las primeras décadas de la conquista.
Esto habría ocurrido en la selva de la Amazonía, también. "Nuestra hipótesis ayuda a entender la razón por la cual los primeros españoles que exploraron la selva amazónica hablaban de grandes ciudades densamente pobladas, pero en los escritos posteriores sólo mencionan pequeños pueblos poco poblados. Además, los estudios geológicos y arqueológicos apoyan nuestra hipótesis", Pärssinen aclara.
La humedad también afecta la conservación de los materiales. En la costa seca del Perú se han encontrado varios textiles, producidos hace miles de años, pero que se han mantenido en buenas condiciones hasta la actualidad. Del altiplano lluvioso se conocen muy pocos textiles antiguos, pero monumentos como los templos de piedra de la cultura tiwanakota se han mantenido. En la selva, la piedra y el metal eran materiales poco usados para la construcción.
"La palma, los huesos, las cestas, la madera han desaparecido. El 99% de la herencia material de esta cultura se puede haber perdido sin dejar rastro alguno, por más que la cultura hubiera existido durante miles de años", Clark Erickson enfatiza.
"En los Andes, las sociedades son más fáciles de identificar, los árboles no ocultan las huellas de las culturas. Pero la Amazonía es una zona culturalmente tan rica como aquella. Sólo tenemos que buscar de una forma más exhaustiva", acentua Sergio Calla, estudiante de la Universidad de San Andrés y miembro del equipo de Erickson.
Gran herencia cultural
La comprensión del pasado de la Amazonía es un largo proceso comprendido de muchas fases, que requiere de la cooperación por parte de investigadores pertenecientes a distintas disciplinas.
De hecho, en el proyecto multidisciplinario de Martti Pärssinen, doctor especializado en historia, antropología y arqueología, se complementan los conocimientos de investigadores espcializados en diferentes áreas. Sanna Saunaluoma, que dirige el trabajo de campo, tiene una larga experiencia en arqueología sudamericana.
Por otro lado, la tésis doctoral antropológica de Pirjo Kristiina Virtanen, "Changing lived worlds of contemporary Amazonian young people. Manchineri youth in the reserve and the city, Brazil Acre" es el primer estudio que se ha hecho sobre la visión del mundo de los indígenas de Acre en Brasil y sus expresiones.
"Las conversaciones que he tenido con los manchineris mayores en cuanto a la nutrición, los materiales de construcción y las relaciones étnicas de sus antepasados facilitan la comprensión de los hallazgos arqueológicos. Además, nos ayudan a formar nuevas hipótesis sobre la vida y la visión del mundo de sus creadores", Pirjo Virtanen relata.
Además, el proyecto se realiza en cooperación con las Universidades de Acre y Belem, así como con los órganos nacionales para la conservación de monumentos de la antigüedad (La "Unidad Nacional de Arqueología" en Bolivia y el "Departamento do Patrimonio Historico e Cultural" en Brasil). Los investigadores también colaboran con la Universidad de Turku, cuyo interés en los aspectos ecológicos y geográficos de la Amazonía ha ido aumentando desde los años 80. La Universidad de Helsinki por su parte, es la encargada de la datación por radiocarbono.
Una de las metas más importantes del proyecto es educar a los estudiantes locales de arqueología. Además, se aspira a producir información destinada a las autoridades encargadas del área cultural de la Amazonia, para que su conservación se desarrolle de una forma sostenible.
"No queda ni rastro de lo que hubo en su día. Ha desaparecido todo", afirma Guillermo Rioja, director del proyecto para el desarrollo sostenible del area de Pando.
"La gente cree que los pueblos amazónicos se comportaban como animales salvajes. Cuando tratas de explicar a los pueblos que hoy habitan la Amazonia que aquí vivieron grandes civilizaciones, no lo pueden creer. Pero es verdad", Rioja continua.
"Es muy importante que los indígenas conozcan el prestigioso pasado de su región y se hagan eco de su rica herencia cultural. Dentro del marco de nuestro proyecto, también sería posible organizar exposiciones permanentes e itinerantes en museos y escuelas" opina Pärssinen sobre los resultados de su proyecto.
KIRSI CHEAS